Esta joven kinesióloga nos cuenta su experiencia como profesional egresada de la Universidad del Desarrollo.
Titulada hace sólo un año de Kinesióloga en nuestra Universidad, Romina Araya de 24, se confiesa enamorada de su profesión. Desde niña supo que el área de la salud era lo suyo, pero no tenía claro que carrera elegir. Un taller de Admisión de la Universidad del Desarrollo fue fundamental para aclarar su situación.
Romina ha realizado distintos cursos para ampliar sus conocimientos, entre ellos; curso de reconocimiento y tratamiento de personas adultas con secuelas neurológicas, y manejo del paciente lesionado vertebro medular.
Actualmente trabaja en el Centro Integral de Trauma y Salud de Concepción tratando principalmente pacientes que padecen distintos tipos de patologías neurológicas.
¿Por qué decidiste estudiar kinesiología?
Porque ser parte de la rehabilitación de un paciente es algo sumamente importante en el ámbito de la salud. Ser parte del proceso de rehabilitación de una persona, desde el comienzo de su patología hasta su recuperación total es algo increíblemente gratificante.
¿Qué es lo que más te reconforta de ejercer tu profesión?
El cariño que entregan los pacientes al ver su evolución y avance es impagable. Mi trabajo me permite ayudar a pacientes con secuelas neurológicas, y ellos necesitan mucha atención y dedicación, sin embargo, es una labor maravillosa que deja no sólo contentos tanto a los pacientes sino que a mí también.
¿Por qué elegiste la UDD?
Por el prestigio con que cuenta de formar profesionales de excelencia. Además creo que ser egresado de la Universidad del Desarrollo es una gran ventaja, ya que en ámbito profesional estamos muy bien catalogados por nuestros colegas, contamos valiosas herramientas que nos han entregado nuestros docentes, pero lo mejor de todo es que desde los primeros años de estudio tenemos contacto con pacientes, una oportunidad que no todas las Universidades entregan a sus alumnos y que es vital para el aprendizaje y para el desarrollo de la vocación.