Sebastián González estudió Kinesiología en la Universidad del Desarrollo (UDD). Sus primeros pasos laborales no fueron lo que esperaba cuando entró a estudiar esta carrera, pues si bien tenía una idea de lo que quería hacer cuando comenzara a trabajar, se vio enfrentado a una crisis del sistema de salud, donde la demanda por profesionales para atender pacientes con Covid-19 era muy alta.
Fue así como en marzo de 2021, como interno de Kinesiología, llegó al Hospital Provincial Dr. Rafael Avaria Valenzuela, en la comuna de Curanilahue (Región del Biobío), específicamente a la Unidad de Pacientes Críticos (UCP), donde debió relacionarse con pacientes que padecían esta enfermedad. Para él, fue una experiencia “intensa y agotadora a ratos, pero con una muy buena disposición de los profesionales que trabajan en el área”.
Su estadía en el recinto, desde el primer día, fue enriquecedora, pues pudo absorber conocimientos en lo académico, además de tener la posibilidad de observar procedimientos difíciles y poder participar en otros de más baja complejidad, siempre con la visión de un tutor y del equipo multidisciplinario que se encontraban en las salas. A nivel personal, en tanto, siente que “la vocación y empatía juegan un rol fundamental dentro de las salas de atención. Emocionalmente es impactante, creo que no está demás imaginarse a un ser querido en estas circunstancias y querer dar lo mejor de ti para poder levantarlo de esa cama y que pueda salir lo más funcional del hospital”.
Sebastián indicó que, en el hospital, “mi labor era poder nutrirme de los kinesiólogos que trabajan en la unidad, que eran ocho, y con todos debía pasar rotación, lo que es muy bueno, ya que todos tienen diferentes formas de abarcar a un mismo paciente y llegar a un mismo objetivo. De igual forma el trabajo no es solo rehabilitar, se apoyaba también en las labores que requería el resto del personal (enfermeros, TENS, médicos, fonoaudiólogos, entre otros). Por lo mismo, según el turno, mi labor variaba, pero nunca dejando de lado el aprendizaje”.
“A medida que vas avanzando te vas dando cuenta que tanto el tutor como uno, tienen el mismo riesgo de contagiarse y que si estás seguro de lo que haces, no deberían porqué salir mal las cosas. En ese momento que te das cuenta de eso, el temor pasa a ser un desafío y personalmente, cuando se trata de desafíos, intento sacarle el mejor provecho de esa experiencia”, añadió.
Su internado en el Hospital de Curanilahue fue hasta junio, pero permaneció trabajando en el lugar a solicitud de las jefaturas, aunque por un período corto, pues en agosto le ofrecieron una oportunidad laboral en el Hospital de Angol, la que decidió tomar. “Si bien era un trabajo que daba para mucho más, decidí emigrar a mi ciudad de origen y estar cerca de mi casa”. En el recinto, actualmente, trabaja en el policlínico de rehabilitación, también con pacientes Covid, que están más estables o en proceso de recuperación, pero también debe atender a aquellos cuya salud se ha complicado por esta enfermedad. “Mis funciones comienzan en la mañana, rehabilitando pacientes con patologías más traumáticas. En las tardes, estoy en el área de Medicina, con pacientes hospitalizados que están más grave, pues si bien había estado tranquilo, últimamente ha ido aumentando el ingreso de pacientes con la enfermedad, por lo que se necesita gente que esté en eso”.
Para el hoy egresado UDD, próximo a recibir su título profesional en noviembre, toda esta experiencia “ha sido tremenda y enriquecedora. Es un desafío todos los días ir aplicando lo que sabes en el área respiratoria, que es difícil de digerir. Además, tuve que poner en práctica conocimientos que vi y que nunca pensé que iba a utilizar, porque no era el área en la que quería trabajar. Pero me di cuenta que me gusta, que me viene bien. Ver cómo evolucionan los pacientes, cómo pasas de verlos muy graves a salir en una camilla o silla, es muy gratificante”, concluyó.